jueves, 2 de octubre de 2008

Un nuevo amigo en Barcelona





Sólo hay una cosa en la que estoy de acuerdo con Kant.


Supongo que todos ustedes, académicos postpúberes, ilustrados lectores de enciclopedias y titulados en fracaso escolar, habrán escuchado- como yo- hablar de este señor en alguna ocasión (señor al que un antiguo profesor que tuve llamaba Manolito). Pues bien, no es mi cometido en este momento hablar de él; ya muchos han discutido y se han versado y, particularmente, no pienso unirme al grupo de los que adjetivan, juzgan, vanaglorian o desdeñan. Sólo tengo la pretensión de apuntar que, ayer o anteayer, tuve mi primer encuentro afortunado y conjuntivo con un momento de su teoría sobre Filosofía de la Historia. Se que nadie me loará por esto puesto que yo, como inútil pensadora de causas perdidas y abandonadas, siempre me he posicionado en el NO o en el SÍ dependiendo del momento trágico o cómico (indiferentemente) por el que haya pasado mi vida. Además de por esto, por una cuestión mucho más sencilla de entender: ya nadie toma en serio este leit motif que llevó a Kant a subrayar la importancia de la libre decisión del sujeto en su Crítica de la razón práctica; expongo:


Una vez, en determinado departamento de Filosofía de una ciudad llamada Valladolid (no pienso dar más datos), mi fiel colega “pies de cerdito” y yo, mientras eludíamos prácticas más necesarias y útiles, comenzamos a divagar sobre el sentido de la vida y escribimos nuestras opiniones en forma de diálogo mayéutico-socrático. (Aunque los Monty Python se nos hubieran adelantado).


Yo, en aquel momento fiel defensora del NO, grafié con boli negro mi pseudoteoría sobre la carencia de sentido de la vida. “Pies de cerdito”, por su parte -y con boli rosa no apto para epilépticos- defendía, como casi siempre, un SÍ síntoma de su optimismo vital y, yo diría, cosmológico. La lucha dialéctica establecida dialógicamente (como no) entre el sí y el no se reconcilió, en términos hegelianos, en la hipótesis de que si algo poseía un sentido era un sentido más Durkheniano y trascendente que Kierkegariano e individual. Y así quedó la cosa, sin marcharme yo muy convencida con la solución y con mi camarada dando saltitos y retirándose los rizos de la cara mientras se encaminaba hacia su casa (mucho más cercana de lo que la mía estaba, todo hay que decirlo).


Ayer o anteayer, pasados los años aparentemente felices y comunes del suceso antes mencionado, Kant me habló. Con rostro embrutecido y con ojo torvo insinuó que habíamos incurrido en el error de la estupided y la superfluidad (muy humilde él). Se atrevió a mencionar el hecho de que divagar sobre metafísicas baturras sin solución en el plano teórico era muy propio de adolescentes vocacionalmente frustradas. Así que pensé que proseguiría con una frase de Wittgenstein que para el caso venía de perlas: “de lo que no se puede hablar mejor es callarse”. Ingenuamente pensé que ahí quedaría la regañina acalorada y que la solución me sería más sinuosamente “mostrada” en lo no dicho o en el “cállate, burra terca”. Pero no, porque Kant nunca se calla por pequeño, paticorto o maniático que sea. Aunque un carro le pase por encima habla y habla. Así que me instó a bajar al mundo práctico el tema tan espinosamente metafísico que habíamos tratado y apeló, con voz de maestro de escuela decepcionado, a mi libre decisión, propia y autoconsciente. Estas fueron sus palabras:


“Si piensas que en la Historia todo está determinado, pinta abstracciones, hazte nihilista, duda de todo, monta una secta y nunca te muevas para hacer nada. Si, por el contrario, logras creer que puedes llegar a ser sujeto activo y no individuo acotado en el curso de la historia, que quieres quejarte del despido de esos obreros, que deseas un cambio y que podrías, incluso, participar en él: ¡vive como si todo tuviera sentido y, es más, dáselo tú imponiéndo tu ideal universalizable al mundo y al hábito de tu vida!”


Sólo puedo decir que mis ojos quedaron empañados de emoción y que volví a casa en bicicleta cantando “God Knows I was feeling alive...”.

3 comentarios:

j.salgueiro dijo...

interesante blog.

saludos

Alejandra Escosell dijo...

Muchas gracias raw. Espero verte más veces por aquí.

Salud.

Marina de Luna dijo...

(http://aralialuna.blogspot.com/2006/03/el-sentido-del-sentido.html)

Ese es el link, por si quieres ponerlo en la entrada... aquella divagación, sigue colgada en mi blog.

Sí al final, a pesar de todos los imperativos el mundo, Kant también era optimista.

;)