lunes, 3 de noviembre de 2008

über

" Negar el mérito, pero hacer lo que está por encima de toda alabanza, incluso por encima de toda explicación" Nietzsche







Hace mucho tiempo fui otra persona. Hoy, über mí misma, soy la otra y otra más. De “media Verónica” a “It seems so long ago, Nancy” algo ha acaecido sin darme cuenta. Algo se ha quedado, algo ha venido y alguna otra cosa se ha marchado. Y sin atreverme demasiado a realizar conjeturas, a formular hipótesis o a utilizar telemaquias que obscuricen y obstaculicen mi propio cometido (que no es), pienso (ya menos que antes) que respiro aire, más que fresco, frío.
Porque allá se que está helando, pero aquí dentro la escarcha se queda entre los dedos como gota que ama la cueva helada.


Si mirara a través de mi piedra semipreciosa quizá entreviese la casa del misterio (esa de la cual sólo una es habitante). Pero no tengo piedra y mi casa es fría, muy fría. Las nubes se ciernen amenazantes sobre los muebles, grises e impladas. Suenan gotas en la otra habitación... No hay más misterio que el del sufrir porque así lo he querido. No hay enigma. Nada lo es.


Hace no tanto tiempo cuando digo “hace mucho”, fui otra persona. Pero ahora sólo siento la humedad de la mejilla cuando llega el despertar, la reminiscencia templada del que ya no está, la niña que llora cuando yo no la veo. Siento a Dios quedarse dormido en todas y cada una de las partes que observo, que oigo, que siento. Y parece que da igual el tiempo en el que me halle: siempre hay que caminar.


Cuando fuimos menos viejos caminar era aventura. Cuando crecimos un poco se convirtió en un buscar. Y ahora que somos viejos, aunque aun no lo creemos, se hace pesada la carga de unos pies que no pueden dejar de marchar hacia delante...o hacia donde sea.


Sobre lo que fui nada hay que decir que no se sepa. Sobre lo que soy nada hay que callar... porque es pasmosa la transparencia de todo aquel que camina. Pasmosa.

No hay comentarios: