domingo, 22 de marzo de 2009

Filocrítica

Hace tiempo escribí esto para el único que, al leerlo, se sentiría aludido. Y, efectivamente, sería esa la única vez que no estaría incurriendo en un error. Hoy me atrevo a exponerlo aquí, delante de quien lo lea, para expresar que, aun con todas las esperanzas depositadas en que algún día se diera cuenta de lo mucho que me importABA, no ha habido más remedio que mantener lo dicho.

Muy buenas noches.



Te estrujaste la mollera
concluyendo que la vida
nunca es nada para aquellos
que se preguntan por ella.

Que la espera permanente
a que llegue algo mejor
es en vano si no existe
nada bueno, nada malo.

Que además, si sólo importa
lo que digan los demás,
nada dirás y, es más,
no importará lo que digas.

Y dedicado a pensar
que no puede haber sorpresa,
te empleas sólo en la empresa
de ordenar todo “tu” azar.

No tuviste amores ciertos,
ni amistades verdaderas,
ni misterios que no pudieras
ni tan siquiera atisbar.

El escalofrío se olvida
de pasarte por las venas
y tu hastío tiene prisa
por desterrar la emoción.

Mas no elude esta canción
que por mucho que lo quieras
tú siempre, allá donde fueras,
sientes el hondo dolor
de vivir acompañado
de la angustia de existencia
y de esa falsa eminencia
que atribuyes a tu yo.

No fuimos nada en el tiempo
que duró tu narración
ni tuvimos la razón
ni palabra, ni momento.

No tuvimos tan siquiera
el suficiente valor
para explicar que tu honor
era sólo una quimera.

¡Pero el tuyo y el de todos!
Y ojalá que no suceda
que donde ya nada queda
te sientas tan triste y solo
como estuvimos todos
mientras pedíamos cansados
la oportunidad de tu duda.

No hay comentarios: